El agradecimiento y el merecimiento son conceptos profundamente entrelazados, siendo una parte esencial para el crecimiento espiritual. En la tradición, se enseña que agradecer no es simplemente reconocer lo recibido, sino abrir un canal que permite al ser sintonizarse con nuevas bendiciones. Esta dinámica se conecta íntimamente con el merecimiento, ya que la gratitud activa una frecuencia energética que alinea al ser con las bendiciones del universo.
En la Kabbalah, el concepto Hakarat Hatov, que significa “reconocer el bien”, es la esencia del agradecimiento. Reconocer el bien en todo, incluso en momentos difíciles, es una herramienta clave para transformar la realidad. Este reconocimiento, al no ser solo un acto intelectual, sino también emocional y espiritual, permite al ser conectarse con la energía divina de la abundancia. Al reconocer la bondad de lo que ya poseemos, demostramos que estamos preparados para recibir más. Así, el agradecimiento no es solo una cuestión de devoción, sino una acción espiritual que abre el camino hacia mayores bendiciones.
El merecimiento no se basa solo en las acciones externas, sino en el estado interno del ser. La tradición enseña que todo ser tiene el potencial de recibir la Luz Divina, pero la capacidad de retener esa Luz depende de su vasija espiritual. La gratitud es una de las formas más poderosas de expandir este vasija. Cuando un ser es agradecido, su vasija se ensancha, permitiéndole recibir más energía, bendiciones y abundancia en su vida. Este ciclo de gratitud y merecimiento se convierte en uno de los motores principales del crecimiento espiritual y material.
Es crucial entender que el merecimiento no está ligado a una visión superficial de la justicia divina, como si se tratara de un simple intercambio de acciones por recompensas. En su lugar, el merecimiento es una cuestión de sintonización energética. Al vivir en un estado de gratitud constante, el ser se alinea con la frecuencia de la abundancia universal, convirtiéndose en un imán para las bendiciones, porque demuestra su capacidad de valorar y utilizar adecuadamente lo que recibe.
Este enfoque se vincula con las enseñanzas del Árbol Sefirótico, donde cada Sefirá representa una etapa del flujo de la Luz desde el Infinito hacia el mundo material. Las Sefirot de Jesed y Gevurá se relacionan específicamente con la gratitud y el merecimiento. Jesed representa la humildad y el agradecimiento, mientras que Gevurá es el canal a través del cual las bendiciones divinas se manifiestan. Al nutrir la energía de Jesed mediante la gratitud, el flujo a través de Gevurá se fortalece, permitiendo que las bendiciones se manifiesten de manera más fluida y abundante.
Además, el agradecimiento no solo refuerza el vínculo entre el ser y la energía divina, sino también entre los propios seres humanos. En la Kabbalah, todo está interconectado, y la gratitud contribuye a reparar las conexiones rotas entre las personas, fortaleciendo la red de relaciones que nos sostiene. Esto se vincula al concepto de Tikkun Olam, la reparación del mundo, donde los actos de gratitud y reconocimiento del bien en los demás elevan no solo al ser, sino a toda la humanidad.
Desde la perspectiva kabbalística, el agradecimiento no es simplemente una expresión de reconocimiento, sino una poderosa herramienta de transformación que permite al ser elevar su vibración y expandir su capacidad de recibir. A través de la gratitud, un ser demuestra su merecimiento, no en el sentido de ser digno según estándares humanos, sino en el sentido de estar energéticamente alineado con la Luz divina. Así, la práctica de la gratitud, tanto en momentos de abundancia como en tiempos de desafío, se convierte en un acto profundo de sintonización con las fuerzas que gobiernan el flujo de bendiciones en el universo.
Recomendamos nuestros rituales de AGRADECIMIENTO y SANTIDAD AL SEÑOR, para elevar ofrenda al Cielo. Así como acudimos a la magia para destrabar o atraer cosas a nuestra vida, también debemos acudir para devolverle a la Divinidad la energía que nos fue otorgada, como muestra de gratitud, reciprocidad, bondad y humildad.