El espiritismo y la mediumnidad son prácticas que han capturado la atención de muchos a lo largo de la historia, ofreciendo una perspectiva fascinante sobre la vida más allá de lo material. El espiritismo, que se originó en el siglo XIX, se basa en la creencia de que los espíritus de los fallecidos pueden comunicarse con los vivos, transmitiendo mensajes de sabiduría, amor y advertencias. A través de sesiones de mediumnidad, se busca establecer un puente entre el mundo físico y el espiritual, permitiendo a los espíritus comunicarse con los vivos para brindar consuelo y guía.
La mediumnidad es, en esencia, la capacidad de conectarse con energías etéreas y, a menudo, se confunde con la clarividencia y la clariaudiencia, que son habilidades de percibir o escuchar el plano espiritual. Mientras que los clarividentes y clariaudientes tienen la capacidad de recibir información del mundo espiritual, los médiums son aquellos que se dedican específicamente a establecer contacto con almas que han dejado este plano. Sin embargo, no todos los espíritus tienen la misma vibración; por ello, es fundamental que quien se adentra en estas prácticas esté preparado espiritualmente y actúe desde un lugar de amor y pureza de intenciones.
Ambos caminos requieren una comprensión profunda de la energía y la espiritualidad. Quienes buscan estas conexiones deben recordar que la calidad de la comunicación depende no solo de la habilidad, sino también de la elevación del practicante. Es aquí donde se destaca la importancia de la preparación espiritual, ya que la energía del bajo astral, la que se asocia con la muerte y las almas que no han elevado, puede influir negativamente en las sesiones.
Toda práctica que involucre a los muertos es considerada nigromancia, y, por ende, se encuentra prohibida. La sabiduría kabbalística nos guía hacia un entendimiento más elevado, toda interacción con el mundo espiritual debe ser conducida bajo la luz y protección de seres divinos. En este sentido, es fundamental evitar buscar respuestas a través de medios oscuros, ya que esto puede conllevar a la confusión y a la mezcla de energías que resultan perjudiciales para el alma.
La Kabbalah nos enseña que los ángeles son nuestros guías y protectores, siempre dispuestos a ayudarnos en nuestro camino espiritual. Al recurrir a ellos, establecemos un vínculo auténtico con el reino celestial, permitiendo que la Luz divina nos ilumine y nos ofrezca la claridad que tanto buscamos. En este contexto, la comunicación genuina con el mundo espiritual se realiza preferentemente a través de los arcángeles o mediante la interpretación de los sueños, que son portadores de mensajes sagrados. Esto no solo nos protege de las energías negativas, sino que también nos permite sintonizarnos con las vibraciones más elevadas del universo. La Kabbalah nos recuerda que cada acción tiene su correspondiente reacción en el plano espiritual, y que el respeto por las fuerzas que nos rodean es esencial para mantener nuestro equilibrio y armonía interior.
Más info sobre este tema en nuestro podcast en el episodio: “De Sherlock al Espiritismo”.