La palabra Kabbalah en hebreo significa “recibir”, haciendo referencia a la recepción de la tradición espiritual y filosófica. Es un sistema profundo y místico que busca desentrañar los misterios de la existencia, el universo y la naturaleza de D’s, revelando lo que está oculto tras el velo de lo cotidiano. Aunque nace en el seno del judaísmo, la Kabbalah trasciende cualquier religión particular, ya que una de sus enseñanzas fundamentales es que el conocimiento divino debe ser compartido y transmitido a todo aquel que esté dispuesto a recibirlo. La base de estudio es la Torá, que en hebreo significa “ley”, entendiendo así, que estudiamos la tradición para recibir la ley. Mientras la Torá es el cuerpo físico del conocimiento, la Kabbalah es su alma. En este sentido, no se trata solo de estudiar los textos, sino de conectar con la energía interna que yace en su interior.
Este sistema evoluciona a lo largo del tiempo, adaptándose a las necesidades espirituales y mentales de cada era, lo que le confiere una vigencia continua. La Kabbalah que estudiamos hoy es el resultado de siglos de refinamiento y ajuste, pero su esencia permanece inmutable: es una vía para encontrar respuestas profundas sobre el ser, el universo y la relación con D’s. Mientras exista un ser pensante y sintiente, la Kabbalah seguirá siendo relevante, pues es más que un conjunto de creencias; es una forma de vida que invita a la evolución y al crecimiento espiritual.
Una de las enseñanzas más poderosas de la Kabbalah es que el conocimiento nos permite tomar control de nuestras vidas, proporcionándonos un sistema para comprender y superar los obstáculos del día a día. Esta sabiduría no solo es intelectual, sino que busca el desarrollo espiritual, ayudándonos a alcanzar una certeza duradera, un estado de conciencia superior desde el cual podemos interactuar con el mundo con mayor claridad. La Kabbalah nos enseña que sin conocimiento no podemos entender a D’s, sin esa comprensión no podemos experimentar el verdadero amor, y sin amor no podemos cumplir el precepto más elevado de todos: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Este mandamiento es el corazón de los 613 preceptos, y, como descubrió Rabí Akiva, el fundamento sobre el cual se construyen todos los demás.
La Kabbalah se distingue también por su capacidad de abrir las puertas a una dimensión espiritual más elevada, permitiendo que incluso aquellos con poca preparación puedan comenzar su viaje hacia una mayor conexión interna y externa. En sus enseñanzas, los sabios nos dicen que donde termina la filosofía humana, comienza la Kabbalah, ya que esta ofrece respuestas más allá de lo que la lógica y la razón pueden alcanzar.
A través de la Kabbalah, se disuelven las barreras entre lo material y lo espiritual, mostrándonos que la vida es una unidad indivisible. No existen dos realidades separadas, sino una sola corriente de vida que fluye entre estos dos aspectos. En la tradición hebrea, esto se refleja en la relación entre la Halajá (la ley exotérica) y la Kabbalah (la enseñanza esotérica). Ambos son caminos que se complementan y juntos llevan al buscador por una senda de iniciación que le permite ascender y purificarse.
Existen diversos tipos de Kabbalah, cada uno con su enfoque particular. La Kabbalah literal se basa en herramientas como la Gematría, Notaricón y Temurá para extraer significados ocultos en los textos sagrados. La Kabbalah práctica, por otro lado, incluye disciplinas como la creación de talismanes, rituales y la alquimia espiritual. También está la Kabbalah no escrita, que es transmitida de manera oral a través de las generaciones y contiene secretos que nunca se han puesto en papel, mientras que la Kabbalah dogmática abarca las enseñanzas escritas, como los grandes textos mencionados anteriormente.
Nosotras nos enfocamos en integrar aspectos de la Kabbalah práctica y dogmática, enseñando cómo aplicar estos principios en la vida cotidiana para lograr una transformación personal, acceder a estados más elevados de conciencia y acercarnos a la Luz de D’s.