Agrippa, nacido en el 1486 en Alemania como Heinrich Cornelius, fue un cabalista, alquimista, médico, ocultista y filósofo, entre otras cosas, desterrado de su tierra debido a sus canalizaciones esotéricas, lecturas judaicas, defensor de las mujeres y de las acusadas de brujería, llegando a ser juzgado como hereje y, por tanto, un exiliado como tantos otros ocultistas de la época.
Considerado hasta el día de hoy, como un gran referente del Renacimiento. Sus trabajos consistían en afirmar que todo tiene alma, los astros, las plantas, los animales, etc. Además, aseguraba que D’s es el gobernador del mundo pero que él deja ejercer su voluntad sobre él a sus súbditos, entre los cuales hay personas y demonios. Se dedicó toda la vida a investigar y exponer que la magia ritual es indispensable para la vida, que sin la fe y sin los elementos necesarios, nunca se conseguiría aquello que realmente se desea.
Muchas de sus enseñanzas eran sobre las matemáticas, la filosofía y la ciencia en la magia, y cómo esto es de suma importancia para ejecutar responsablemente un buen ritual y conseguir bienestar, prosperidad y evolución en la realidad. Revivió muchos ritos cabalísticos de la antigüedad, algunos incluso muy primitivos, y los potenció con algunos ejercicios religiosos.
Lamentablemente, sus libros fueron incluidos en la lista de los prohibidos por la inquisición, y por tanto, la gran mayoría fueron quemados, y posteriormente manipulados por algunos aficionados.
En Francia fue encarcelado por hablar mal de la reina Saboya, y al poco tiempo de conseguir su libertad, en 1535, fallece en dicho país.