El ego es el peor enemigo en nuestro mundo. Es quien florece en cada acto que no haya amor y no nos deja evolucionar. La ausencia de amor es la salida del odio, el odio es el ego en su máximo exponente. Es engañoso, malicioso y poderoso. Está en cada mentirita piadosa, en cada envidia, en cada ignorancia, en cada lugar que no haya bondad.
Es difícil convivir con él, pues se apodera del pensar y el sentir de cada ser sin que se de cuenta. Por eso, siempre hacemos mucho hincapié en ser conscientes de cada palabra que expresamos o cada acto que realicemos. El ego es oscuridad, la oscuridad ya habita en nuestro interior, puntualmente, en la mente, si logramos hacerle frente, no penetrará en el corazón, pero si lo ignoramos, entrará como si nada.
Cuando hablamos de espiritualidad, hablamos de accionar, accionar correctamente, entonces si logramos accionar con bien, estamos haciendo espiritualidad, porque hacemos Luz de la oscuridad. Poder detectar y erradicar el ego, es ser libre, ser amor, ser armonía, ser verdad. Cuando nos transformamos en estos valores, transformamos nuestra forma de ver la vida, y por consiguiente nuestra forma de vivirla. Al vivirla con valores sólidos, modificamos lo que recibimos del Universo. Terminamos creando un círculo súper sano y positivo para nuestra vida y nuestro entorno.
El primer paso es reconocer qué actos o pensamientos del ego poseemos, y luego derribarlo con un pensamiento constructivo y bondadoso. Una vez que el pensamiento amoroso habita en la mente, lo llevamos a la acción. Allí en ese punto, en el punto en el cual materializamos ese pensamiento, estamos haciendo Luz, y cambiando nuestra vida para siempre. La lucha será difícil, pero no imposible de ganar.