La Kabbalah práctica está conformada por diversas disciplinas espirituales, como la hermenéutica, el ritualismo, la devoción y la contemplación. Cada una de estas ramas ofrece una forma distinta de interactuar con las enseñanzas divinas y de acceder a las profundas verdades del universo, según la tradición kabbalística.
La hermenéutica en la Kabbalah tiene tres métodos fundamentales para interpretar la Torá: gematría, notaricón y temurá. Gematría proviene del griego “gramatiké”, que significa “ciencia de las letras” o “arte de leer”. Este método explica las palabras por el valor numérico de sus letras, permitiendo compararlas con otras de igual valor numérico. Un ejemplo clásico es la relación entre iaim (vino) y sod (misterio), ambos con el valor numérico de 70, lo que revela una conexión oculta entre el disfrute terrenal y el conocimiento profundo.
El término notaricón, de origen latino y que significa “copista”, es otra técnica hermenéutica que utiliza las letras iniciales, intermedias o finales de una palabra o frase como abreviaturas de otras palabras o conceptos más amplios. Este método permite que un simple término contenga múltiples significados escondidos bajo la superficie.
Finalmente, temurá, cuya raíz hebrea t.m.r. significa “permutación”, es un método de sustitución de letras basado en sistemas preestablecidos. Un ejemplo es el método Atbash, donde la primera letra del alfabeto hebreo se intercambia por la última, la segunda por la penúltima, y así sucesivamente, creando mensajes codificados y complejos.
La Kabbalah no solo aporta oraciones, plegarias y salmos, sino también rituales teúrgicos que buscan influir en las fuerzas divinas. Una de las estructuras más simbólicas de esta tradición es el Árbol Sefirótico, un esquema que ilustra cómo la energía divina fluye desde lo infinito hacia lo material. Este árbol está compuesto por 10 sefitor (emanaciones), cuyo significado deriva de la raíz hebrea s.f.r., que significa “contar” o “cifra”. Estas representan las diversas formas en que la divinidad interactúa con el mundo.
El Sefer Yetzirá o Libro de la Formación enumera 10 atributos divinos, las sefirot, que son los canales a través de los cuales D’s creó el mundo. Estos principios se corresponden con los diez primeros números, simbolizando la perfección del universo. El número 10 en la Kabbalah es especialmente significativo, ya que representa la totalidad y el regreso a la unidad: 1 + 0 = 1. Es la comunión entre el ser humano y lo divino. Por esto dice: “Entiende esta sabiduría y sé sabio en la percepción”, ya que es mediante la percepción intuitiva y profunda que se accede a los secretos de la verdadera Kabbalah.
La Kabbalah vivencial enseña que el conocimiento no se obtiene únicamente de libros, sino de la experiencia directa y personal con la Luz Divina. Solo D’s puede enseñar la verdadera Kabbalah, y lo hace según Su voluntad, revelando verdades a quienes están listos para recibirlas sin margen de error.
El Árbol Sefirótico no solo representa un camino ascendente hacia lo divino, sino también la posibilidad de descenso, reflejado en la escalera que Jacob vio en su sueño, por la cual subían y bajaban ángeles. Esta escalera simboliza el ciclo de ascenso y descenso espiritual. Subir en la escala espiritual requiere atención, y un paso en falso puede llevar a la caída, pero cada error también ofrece la posibilidad de corrección y aprendizaje.
El número 130 de los escalones que Jacob vio en su sueño no es casualidad. En la Kabbalah, este número se descompone como 13. El 13 es el valor de la palabra Ahava (amor), y el 10 representa las diez sefirot. Esto simboliza que al recibir la luz de las 10 emanaciones divinas, uno llega al verdadero amor, un amor que no es meramente humano, sino un amor universal y divino.
La escalera que Jacob vio es una, no dos, porque el mismo camino que usamos para descender es el que usamos para ascender. Esta visión refuerza la idea de que todos estamos preparados para recibir la Kabbalah, pero debemos trazarnos el objetivo de alcanzarla. Al fin y al cabo, para estar en este plano, primero tuvimos que descender por la misma escalera que ahora queremos subir.
El camino para alcanzar el conocimiento kabbalístico y utilizar las emanaciones del Árbol Sefirótico es más sencillo de lo que parece. La verdadera sabiduría no reside en lo complejo, sino en la simplicidad. El ser, en su tendencia a buscar lo complicado, a menudo se pierde en su propia confusión, alejándose del verdadero propósito. Por eso, se dice: “Entiende esta sabiduría (porque es simple) y sé sabio en la percepción (no busques lo complejo, porque lo complejo es asunto de D’s).”
Esta enseñanza es un recordatorio de que el verdadero poder espiritual radica en la simplicidad y la claridad, y que solo aquellos que están dispuestos a abrazar lo simple podrán ascender en la escalera espiritual que lleva a la comunión con la Luz Divina.